El destino ha querido que escuches una canción. La escuchas. Te gusta. La vuelves a escuchar. Te gusta aun más. La escuchas y la escuchas y la vuelves a escuchar. Te obsesionas. No crees que puedas volver a escuchar otra canción en tu vida salvo esa. Gritas en tu mente la letra. Solo piensas en que si la escucharas en un concierto sería el momento más feliz de tu vida, te podrías morir en paz, volarías a tres metros sobre el cielo. Te obligas a ti mismo a escuchar otras canciones, porque esto ya no es normal ni sano. Así, el destino te lleva a escuchar otra canción. Te gusta, la vuelves a escuchar, te obsesionas. Como un circulo vicioso. Y si eres afortunado, y llegas a escuchar esa canción en un concierto, sabrás para siempre que ha sido al menos, uno de los momentos más felices de tu vida.
Magia...
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